El perfil espiritual de un sacerdote consagrado
Michael Gaughran. Año 2002
Esta fase de la vida de nuestro Movimiento es un designio para nosotros de nuestra Madre como un tiempo de profunda reflexión del tesoro que hemos recibido:
“Así pues, en esta noche, terminan los mensajes públicos, que desde hace veinticinco años os he dado: ahora debéis meditarlos, vivirlos y ponerlos en práctica”. (31 de Diciembre de 1997).
Es el propósito de esta reflexión de ofrecer una meditación espiritual profunda, de lo que la Madre nos pide si estamos viviendo nuestra Consagración a su Corazón Inmaculado o, de otra manera lo que Ella intenta de implantar en nosotros.
En efecto, cuando examinamos nuestro espíritu, encontramos que viviéndolo consiste no tanto lo que podemos hacer por Ella, sino que es un puro regalo que hemos recibido de Ella:
“!Si supierais, hijos míos predilectos, el don que habéis recibido al Consagraros a mí Corazón Inmaculado!”. (29 de Julio de 1977).
Aquél espíritu concierne enteramente de la vida interior. Como aquél que ha encontrado nuestro movimiento por el mismo, la Bendita Madre de Dios, podemos decir de este espíritu, “Cada cosa esta en su lugar dentro”.
No hay necesidad de ningún signo o símbolo externo; es claro, que relacionado con la oración, la vida interna.
El Movimiento es un “Espíritu”, como el Santo Padre una vez le dijo al Padre Gobbi, y aquél espíritu es entregado por nuestra Madre a aquellos que entran dentro de la Consagración a Su Corazón Inmaculado. Es entregado a ellos, no porque son algo especial en ellos mismos, sino que pueden sostenerlo en el corazón de la Iglesia porque cada sacerdote lo hace por amor a la Iglesia.
No se requieren signos externos o nada jurídico, como si hiciésemos el Movimiento algo parcial o separado pero sí dentro de la Iglesia (como una orden religiosa, que existe por aquellos que pertenecen a ella), es lo mismo si somos Sacerdotes Diocesanos o en la vida religiosa. Nuestra Madre nos dice:
“Ellos deben comprender que para pertenecer al Movimiento no se necesita ninguna cosa externa, ningún acto jurídico, pero es indispensable, la ofrenda total de su Sacerdocio a mí Corazón Inmaculado”.
La Consagración, Ella nos dice, debe ser interior y de total ofrecimiento, una mera recitación de la oración de Consagración sin la promesa del corazón, es claramente insuficiente. La recitación de un gran número de aquellos que hacen el acto de consagración es sin ningún significado. Jesús nos ha dado a su Madre, pero esto es un don que debe ser afirmado por cada uno personalmente:
“Para esto es necesario que cada uno se ofrezca y se consagre a mí Corazón Inmaculado, se entregue a Mí totalmente como Jesús se me ha entregado totalmente a Mí”.
Lo que nosotros debemos consagrar es el Sacerdocio. Puede ser que esta sea la primera reflexión que nos debemos hacer. Cuando Jesús partió de la tierra hacia la Casa del Padre, nos dejó un gran tesoro: la continuación de Su Presencia. Nosotros somos conscientes de esto en la Sagrada Eucaristía, pero también es verdad del sacerdote de otra manera. Él vive y actúa, lo hemos visto en otras meditaciones, en persona Christi. En virtud del carácter impreso del sacerdocio en las almas de Sus Sacerdotes, Cristo está presente con Su Poder en cada rincón del mundo. Es un trabajo de divina Alegría, y sería la causa de la gran felicidad en el Sagrado Corazón. Todavía, como nosotros sabemos, es el porqué de lo que está ocurriendo en el sacerdocio que el Corazón de Jesús está recibiendo esas profundas heridas, nuestra Madre nos habla de ello:
“Las espinas más dolorosas me las proporcionan los hijos por mí más amados y predilectos: los Sacerdotes.
Al lado de los que cada día traicionan, como Judas, a mí Hijo Jesús y a su Iglesia, ¡cuántos son ya los vacilantes, los inseguros, los infieles! Celebran la Santa Misa, administran los sacramentos y ya no tienen fe.
Sus sacrilegios han llegado ya al límite que no puede ser rebasado sin que sea vilipendiada la misma justicia de Dios (28 de Diciembre de 1973).
Fue necesario para nuestra Madre de actuar, de defender a Su Hijo, presentes en los sacerdotes de una manera especial. Somos, como un Movimiento, nacido de una Madre dolorosa, de una Madre que se preocupa de sus hijos, en peligro.
“Pero más que todos, son mis hijos predilectos, los Sacerdotes. Hiriéndolos, mi Enemigo me hiere verdaderamente el Corazón”.
Es una operación de rescate gigantesca, por eso puede decirse, de una manera o de otra, todos nosotros hemos estado infectados en el aire, por el demonio, y que somos el blanco de los demonios, y la Madre debe purificarnos de este diluvio.
¡Que privilegio es ser el objeto de la preocupación de la Madre! Esta preocupación Ella nos la ha entregado para compartirla en nuestra oración en el acto de Consagración, recordándonos el efecto de “que la desacralización ha entrado en el Templo Santo de Dios” ( que debe referirse al ataque diabólico sobre todo lo que es sagrado en la Iglesia). En efecto, Ella nos entrega a los sacerdotes que han sucumbido a los ataques, en severas pero compasivas palabras:
“Más he querido hacerte probar sólo una pequeña gota de la gran amargura que inunda mí Corazón de Madre a causa de tantos pobres hijos míos Sacerdotes que Satanás ya ha atrapado completamente. ¡Pobres hijos míos, cuánta pena me causan!
Son Sacerdotes de mi Hijo y ya no creen en mi Hijo y lo traicionan continuamente; son Sacerdotes llamados a ser Ministros de la Gracia y habitualmente viven en pecado y su vida es una cadena ininterrumpida de sacrilegios; son Sacerdotes enviados a anunciar el Evangelio de Salvación y ahora ellos se han hecho propagadores del error; son sacerdotes para salvar muchas almas y a cuántas, cuántas almas conducen por el camino de la perdición.
Ésta es la hora en que verdaderamente la abominación de la desolación está entrando en el templo santo de Dios.No son ya sal de la tierra, sino sal sin sabor, sal corrompida y nauseabunda, sólo buena para ser esparcida por tierra, para ser pisoteada por todos. No son ya luz sobre el celemín, sino tinieblas que vuelven más oscura la noche. Todos estos hijos sacerdotes están enfermos, porque han caído bajo el dominio de Satanás.
¿Y no ves hijo mío predilecto, cómo mí Corazón Inmaculado no puede menos de verse sumergido en un mar ilimitado de dolor?”. (9 de Julio de 1975).
Es una característica esencial del espíritu de nuestro Movimiento que cultivamos dentro un gran amor y respeto por el sacerdocio, y buscamos alcanzar las maravillas sobrenaturales del don nuestro: el misterio que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria (Col. 1, 27), para aceptar y ejercitar de confiar, defender y apoyar los sacerdotes que caen en crisis y ser para ellos la expresión de nuestra Madre de amor Misericordioso:
“¿Qué debéis hacer vosotros, Sacerdotes de mí Movimiento, vosotros, hijos míos predilectos de mí Corazón Dolorido, por la salvación de todos estos Sacerdotes que están tan enfermos y tan necesitados de mí ayuda materna? Ayudadles, sin juzgarlos jamás… Amadlos con vuestro sufrimiento, con vuestro testimonio, con vuestro buen ejemplo. Sed ejemplo para ellos en la defensa, incluso exteriormente de vuestra dignidad: no abandonéis el hábito eclesiástico, obedeciendo en esto la voluntad muchas veces manifestada por el Vicario de mí Hijo, El Papa.
Orad por ellos: Se necesita un gran esfuerzo de oración para obtener del Corazón de Jesús que estos pobres hijos míos se conviertan y se arrepientan.
Vosotros habéis sido elegidos por Mí para el Triunfo de mí Corazón Inmaculado en el Mundo.
Más este triunfo comenzará primero en tantos pobres hijos míos Sacerdotes que se han descarriado…”. (9 de Julio de 1975).
¡Que maravilloso y consolador es el plan de nuestra Madre que nos entrega a nosotros a nuestros hermanos! Deben estar cerca de nuestros corazones. Nosotros estamos plantados en el jardín de la Iglesia para ser pequeños siervos e instrumentos de la renovación del Sacerdocio en el Corazón de nuestra Madre Inmaculada, y así para la renovación del mundo.
* * *
¿Cómo nuestra Madre intenta conseguir Su propósito en nosotros? ¿Cuál es la naturaleza de la cura que Ella trae al Sacerdocio? ¿Es seguro y es refugio? Es el Corazón Inmaculado de Maria. Un sacerdote consagrado al Corazón Inmaculado de Maria es uno que tiene hecho de Su Corazón la entera atmósfera espiritual dentro del cuál Ella guía su vida. No es siempre comprendida que profunda es esta unión, pero nuestra Madre nos lo aclara usando la palabra “posesión”.
“Aprende a dejarte poseer por Mí, para que todo lo que tu hagas sea Yo, a través de ti. Hay tanta necesidad hoy de que sea la Madre la que obre; y Yo quiero actuar por medio de ti”. (9 de Julio de 1973).
“Vivan sólo y siempre mirándome a Mí, estando Conmigo, amando en Mí, orando por medio de Mí; en la medida que se dejen poseer por Mí, serán reconocidos como Sacerdotes de mí Movimiento”. (23 de Enero de 1974).
Esto es muy importante. El espíritu de nuestro Movimiento no miente en nuestra palabras o nuestras enseñanzas, no en nuestra capacidad intelectual para decir muchas cosas bonitas, inclusive de nuestra Madre Misma. Ella permitirá Su Presencia de ser percibida en el único que permitirá ser posesionado por Ella. Ella Misma será esta señal, y permitirá a otros de ser advertida de la autenticidad de Sus Sacerdotes dejando que su luz sea sentida en ellos.
“Te he dicho ya, y te lo repito, que ninguna interferencia externa podrá perjudicar esta Obre Mía. Ella es la señal que hoy doy a Mí Iglesia.
En el momento de su mayor confusión, en la víspera de grandes acontecimientos que turbarán la fe de muchos hijos míos, aquí está la señal que Yo os doy: ¡Yo Misma!
“Una sola es la señal que Dios da al mundo y a la Iglesia de hoy: “Yo Misma”.
(7 de Diciembre y 30 de Noviembre de 1974)
Con la luz que hemos estado atendiendo a estas Palabras de nuestra Madre, podemos ver algo del significado de estas palabras suyas:
“Tu presencia, hijo mío, debe ser como una reparación. Debe ser por tanto, una presencia de amor y de oración, una presencia de vida Conmigo”. (24 VII 1975)
“Cualquiera que te mire, te escuche, pase por tu lado, debe poder sentir que llega a su alma una ráfaga de este perfume sobrenatural, de la ternura de este Corazón de Madre siente hacia todos Sus hijos”. (7 de Junio de 1975).
Estas palabras son muy preciosas; no son simplemente para información, pero deben ser contempladas con cuidado y una gran humildad. Ellas nos ayudan a comprender un poco de lo que la Madre nos dice, como hemos visto, que tendríamos que comprender que privilegio tenemos recibiendo en nuestra consagración a Su Corazón Inmaculado. Nuestra Madre está trabajando y desea darnos una señal de Su Presencia, no con muchos milagros extraordinarios, pero en las vidas de Sus sacerdotes. Es un signo que Ella nos da dentro de nosotros. El peligro es que, si no nos disponemos a vivir el espíritu que Ella nos ofrece, la fuerza de su señales, en algunos grados, está perdida.
“Así quiero a todos los Sacerdotes del Movimiento Sacerdotal Mariano. Deben ser: Sacerdotes Míos. ¡Te lo repito míos: Míos!”. (24 de Agosto de 1973)
“Habiéndose Consagrado a Mí, me pertenecen; son míos. Si sois míos, no pueden pertenecerse así mismos, no pueden ya poseer nada que no sea Yo Misma” (11 de Febrero de 1974).
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Claramente, cuando hablamos de esta manera, hablamos de una muy profunda unión, algo que debemos cultivar dentro de nosotros. Claramente, nuestra Madre está buscando sacerdotes que se dediquen a orar y de tener una vida interior. Es verdad que Ella lista la forma de oración que quiere de sus sacerdotes en términos similares a aquellos de la ley del Canon y de practicar la oración aprendida en nuestra formación: Ella nos habla de la Santa Misa bien ofrecida, la Liturgia de las horas recitada con mucho fervor, el Santo Rosario, y nuestra meditación diaria. Que ejemplo es ver a los párrocos haciendo su meditación diaria en la Iglesia. (Yo recuerdo de estar profundamente impresionado por un párroco que he tenido el privilegio de trabajar con él, viéndolo cada día en la Iglesia, y estoy seguro que esto ha hecho una profunda impresión en su gente – tristemente, ¡es una señal rara en muchos lugares¡) Pero diciendo esto, nuestra Madre nos está pidiendo mucho más.
Pero en vez de muchos actos de oración u oraciones específicas por muchas intenciones, Ella está pidiéndonos un estado de oración continua que esté continuamente en el corazón. “Quédate en Mí Corazón Inmaculado”, “Quédate en el Cenáculo de Mi Corazón Inmaculado” son las expresiones que Ella usa para indicarnos eso, el Cenáculo de Su Inmaculado refiriéndose al estado de permanente unión con Ella, mejor dicho que una ocasión de cenáculo:
“Tu vida, hijo, es muy preciosa y no debes malgastarla ni por un instante. Por eso ejercítate en estar siempre en Mí, en mí Corazón, en obrar siempre Conmigo: en pensar con mi mente, en ver las cosas con mí mirada, en tocarlas con mis manos, en amarlas con mí Corazón. Hay momentos en que tú adviertes esto de un modo particular y es cuando estás Conmigo en la oración.
Entonces te sientes verdaderamente el hijo sobre el Corazón de la Madre y tu alma gusta así momentos de dulzura de Paraíso, que yo reservo celosamente a mis hijos predilectos.
Salido de la oración, parece que cualquier otra cosa te cansa y te aburre. Esto es otro don que Yo te hago.
Incluso cuando no oras, debes estar siempre en actitud de oración, y lo estás cuando vives habitualmente en Mí. Entonces, también cuando hablas, te diviertes, haces giras, estás siempre en Mí, porque todo lo haces Conmigo
Así quiero a todos los Sacerdotes del Movimiento Mariano. Deben ser Sacerdotes Míos. ¡Te lo repito: míos¡”. (24 de Agosto de 1973).
De esta manera, se vuelve la oración de Sus sacerdotes en una gran intimidad de vida con Ella. Lo que Ella está buscando es una unión de vida, una vida compartida, así con cada uno de nosotros, Ella establece una manera de asociación, que mi vida se vuelve ahora no sólo mía, pero mía y Ella juntos. De esta manera, como yo lo veo, vamos al ápice de las maravillosas consecuencias que fluyen de la Consagración de nuestra vidas a Su Corazón Inmaculado. Ella describe esto en el mensaje del Martes Santo, el 31 de Marzo de 1988. Sabemos que quizás sea este uno de los grandes mensajes eucarísticos en el libro, y así es, porque es el mensaje del Martes Santo de aquél año, que era el año Mariano, que también concierne al sacerdocio como debe ser vivido, y con Su lugar dentro de cada uno de nosotros:
“Soy la Madre de vosotros, porque me habéis sido confiados por Jesús, de una manera particular, en la persona de vuestro hermano Juan.
Entrad hoy en el Cenáculo de mí Corazón Inmaculado. Abridme la puerta de vuestra casa sacerdotal para que pueda entrar por ella como Madre que os ama , os forma, y os guía, secundando el deseo que hoy en su carta, os ha comunicado mí Papa, el primer hijo de mí materna predilección. Este es el modo más hermoso de vivir el Jueves Santo del año Mariano, a Mí Consagrado.
Os conduzco, entonces, a realizar plenamente el misterio de amor de vuestro Sacerdocio; os ayudo a ser fieles a los compromisos que habéis asumido, en particular el del celibato; os señalo el camino que debéis recorrer, para corresponder a un don tan grande, que os ha sido dado por mí Hijo Jesús.
Os llevo a ser Sacerdotes según Su Corazón Divino y Misericordioso.
Por esto os hago crecer en una profunda intimidad de vida Conmigo, de manera simple y espontánea, para que pueda vivir con vosotros, en la morada de vuestra vida sacerdotal, como vivía con el apóstol Juan en su casa”. (31 de Marzo de 1988).
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Hemos dicho que nuestra Madre establece una asociación con nosotros en nuestras vidas. Dentro de esta sociedad, Ella es la que predomina, Ella que está en la raíz de las iniciativas de nuestras vidas, quién da el verdadero significado y la dirección de la vida de cada uno. Esto es algo en que el Sacerdote Consagrado al Corazón Inmaculado de nuestra Madre debe creer absolutamente: el deseo y la intención eficaz de la Madre de intervenir en la vida de cada uno y traerla a su realización:
“Con el acto de Consagración tú has puesto en mis manos toda tu vida: ahora ella me pertenece, es mía. Yo he tomado posesión de ella y ahora, poco a poco, voy transformándola según mi voluntad”. (20 de Octubre de 1973).
“Aprende a dejarte poseer por Mí, para que todo lo que tú hagas sea Yo, a través de ti, quien lo haga. Hay tanta necesidad hoy de que sea la Madre la que obre: Y yo quiero actuar por medio de ti”. (9 de Julio de 1973).
“Yo quiero vivir en vosotros y actuar por medio vuestro” ( 27 de Junio de 1996).
En efecto, Ella es la mayor de esta sociedad en nuestra vida. Cuando nos consagramos al Corazón Inmaculado de nuestra Madre, nos comprometemos a nosotros mismos a hacer nuestras todas las cosas que contiene. Dentro de ello, hay un plan para la salvación del mundo, fluyendo desde el Corazón de la Santísima Trinidad, en la cual Ella tiene un lugar muy especial para nosotros.
La dificultad, es entonces, que tenemos que vivir esto en la más difícil condición: que de no saber nada, tenemos que esperar de Dios todo, aún no sabiendo nada. Nuestra tarea es de vivir con total confianza de que Ella nos sitúa siempre en nuestra vida con una confianza total, seguros que estaremos bien guiados por Su mano. Este era Su camino también, el camino de su constante repetición del “Fiat”, el camino de vivir en la voluntad de Dios, de la que Ella es la Mediadora nuestra.
Es un camino que es sólo posible a un alma que vive completamente en Verdad y Amor. Aprendamos de Ella:
“Hijos Predilectos, mirad hoy a vuestra Madre Celeste en el momento en que dice su “sí” a la Voluntad Divina. También ahora se os llama se os llama a repetirlo para que pueda cumplirse el Designio del Padre sobre vosotros. Acojo en mí Corazón Inmaculado vuestro “sí”, que hoy todos vosotros pronunciáis. Este “sí”debe florecer en vosotros como fruto de mucho silencio. Decid vuestro “sí” para que la voluntad divina se cumpla. Por esto os llama a penetrar cada vez más en sus mismos secretos. Así os podéis hoy convertir en la misma voz de Dios, palabra suya vivida. Decid Conmigo vuestro “sí” a la Cruz, hijos míos predilectos, porque también para vosotros han llegado las horas de la Pasión y el Calvario.
Así como en mí seno virginal acogí el Verbo del Padre, así también hoy recojo a cada uno de vosotros en mí Corazón Inmaculado, mientras os contemplo ya en el momento de vuestra oblación reparadora.
Vuestro “sí”, pequeños hijos míos, junto con el “sí”que vuestra Madre Celeste repite perennemente con alegría a Dios. Entonces, también en vosotros se podrá cumplir la voluntad divina, y mí Corazón Inmaculado se convertirá en el altar sobre el que seréis inmolados para la salvación del mundo”. (25 de Marzo de 1980).
Este es el espíritu de la Madre, y en la atmósfera de la gente dócil, Ella trabaja para transformar nuestras almas:
“Ante todo sed cada vez más dóciles. Sólo asó podré alimentaros, vestiros, conduciros y formaros.
Éstos son los momentos en los que llevo a cabo los mayores prodigios en lo escondido y en el silencio. Mis mayores milagros los realizo en el corazón y en el alma de mis hijos predilectos. Sin que vosotros mismos ni cualquier otro se percate de ello, os conduzco a una gran santidad.
Os doy mi mismo espíritu, y así el Espíritu del Padre y del Hijo se sentirá irresistiblemente atraído a descender sobre vosotros como lo hizo sobre Mí, transformándoos completamente.
Llegaréis a ser grandes en el amor, en la virtud, en el sacrificio, en el heroísmo.
Así estaréis preparados para la realización de mis designios”. (11 de Febrero de 1978).
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Este “sí” encuentra su expresión en los caminos de la vida más ordinarios. Como uno tiene el privilegio de viajar por todo el mundo, a menudo al lado de gente simple.
Que su vida está hecha de cosas y actividades sencillas, que no tienen nada en el mundo, una clase de hombres que trabajan en el campo o en las rutas, de mujeres, también niños, llevando en largas distancias cubos de agua sobre sus cabezas sobre un suelo muy desigual, de vidas no muy diferentes de aquella pequeña familia de Nazaret. No siempre recordamos que, dentro de aquellas vidas, está la oportunidad para la santidad más alta, precisamente porque ellos están cumpliendo la Voluntad de Dios.
Volvemos a las lecciones de la pequeña hermana dada a nosotros por nuestra Madre, Sta. Teresita, que su camino pequeño Ella nos pide de imitar. El Sacerdote consagrado al Corazón Inmaculado de Maria debe estar advertido del valor del tiempo y de las cosas pequeñas que hacen nuestra vida diaria, aunque parezcan banales. Nuestra hermana pequeña nos dice que cada cosa es de valor a los ojos de Dios, (y tú puedes salvar un alma). Nuestra Madre nos forma para ser pequeños, porque en esto encontramos un amor especial que es verdaderamente Ella.
“Por el amor a Dios”, aquí está la clave. San Juan de la Cruz decía que, al final de la vida, seremos juzgados solamente en el amor. Es posible hacer cualquier cosa con perfección humana, y no tener nada del espíritu del que estamos hablando, porque no hay amor. La primera carta a los Corintios nos recuerda esto:
“Si hablara la lengua de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde. Si tuviera el don de Profecía y conociera todos los secretos y todo el saber y si tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nada”. (1 de Corintios, 1-2).
Y también miramos a nuestra Madre por este amor que Ella nos promete dar a nuestros corazones:
“Tú ahora no lo puedes entender; pero en el cielo contemplarás en ti la gloria de tú Madre y la cumbre de amor a la que Jesús te ha llevado, con Ella”. (8 de Noviembre de 1976).
Aún nuestro amor, el cual respondemos a la gracia de Dios, es en si mismo un regalo de Gracia. Pero, a este punto, nuestra Madre nos permite mirar al gran regalo en el corazón de la renovación de nuestras almas, a través de nuestra Consagración a Su Corazón Inmaculado. Recordemos estas palabras, tan cortas pero llenas de sentido:
“Quiero darles mí Corazón; para ello habitúense a vivir siempre en mi Corazón Maternal”. (27 de Noviembre de 1973). También encontramos:
“Me habéis entregado vuestro corazón. Yo pondré mí Corazón Inmaculado en lugar de los vuestros llenos de pecado y así atraeré sobre vosotros el poder de Dios que formará en cada uno a mí Hijo Jesús hasta su plenitud”. (11 de Febrero de 1978).
No es un mero discurso, pero es una unión completa de corazones, que hace de nuestras vidas la Presencia de Maria, como hemos visto. Como vamos meditando los mensajes de este libro, encontramos una frase que Ella recurre frecuentemente, y que debemos, sin embargo, darle la importancia a nuestra Madre. Es Su requerimiento que hagamos todo con Ella:
“¿Ves cómo todo te cansa y te deja como vacío cuando no haces todas las cosas Conmigo?”. (20 de Octubre de 1973).
“”Aprende a verme también en la oscuridad, aprende a sentirme incluso en el abandono, hijo; aprende a hacer todo Conmigo, en Mí. Date en mí a cada momento, completamente”. (11 de Febrero de 1974).
Esto contiene un secreto oculto en la consagración. Si nosotros vivimos profundamente, cada oración, cada pensamiento, cada acción pertenece a nuestra Madre. Están colocados en Su Corazón Inmaculado, purificado por Su Gracia Inmaculada y viene a ser el ofrecimiento a la Santísima Trinidad. En otras palabras, nuestra vida puede ser una comunión entre Maria y la Santísima Trinidad y por tanto inmensamente preciosísima.
De una manera particular , esta es la verdad de nuestras oraciones, y lo vemos en los mensajes:
“Sacerdotes de mi Movimiento, ofreceos a Mí para que Yo Misma, en vosotros y con vosotros, pueda siempre rogar e interceder ante Mí Hijo por la Salvación del mundo”. (19 de Diciembre de 1973).
El perfecto ejemplo de esto, y uno que es compartido con la gente entregados a nuestro cuidado, es el momento de la Sagrada Comunión. Es el momento más importante en el día de cada uno, cuando el misterio de la venida de nuestro Señor en Belén y en Nazaret es renovado en la vida de cada uno que recibimos de Él en el Sacramento Bendito. También podemos pensar en las muchas ocasiones en que nuestra Madre lo recibió de Su Hijo, debe haber sido un momento sublime, como la Madre y el Hijo Divino estaban reunidos en Su alma. Ese mismo misterio puede ser renovado, no simplemente en una simbólica y teórica manera pero real y verdadero en cada uno de Sus hijos que Ella invita a ser la Única puerta de su alma a recibir, adorar, a darle la bienvenida, y agradecer a Jesús. Esto es para los sacerdotes; y es así para nuestra gente.
El plan de esta verdad es maravillosa así como vemos en el plan de la Santísima Trinidad para la renovación de este mundo. Es algo que existe en el presente de una oculta y silenciosa manera, con fe, para una pequeña minoría, quizás, pero habla de la intención de renovar el mundo en unión con el Corazón Inmaculado de nuestra Madre, Que Ella es la voz y la Santidad, como la pequeña Sierva de Su Hijo.
Nosotros comenzamos diciendo que el acto de la consagración no es una mera formalidad. Es el principio de un profundo y serio compromiso de por vida, de ser una Presencia de la Madre, de seguir Su camino y de permitirle de ser formado por Ella. Ella está formando el Reino de Su Hijo de acuerdo a los caminos de Su Inmaculado Corazón, que es el gozo de la Santísima Trinidad. Como el Santo Padre dice, el Movimiento Sacerdotal Mariano es un “espíritu”, un espíritu profético, un gran don Para la Iglesia.