La más alta forma de oración
En el libro de los Mensajes “A los sacerdotes hijos predilectos de la Santísima Virgen” descubrimos que nuestra Madre quiere para cada uno de nosotros que aprendamos de Ella como crecer en la más alta forma de oración:“La Contemplación”. En Diciembre, 24 de 1984, Ella nos dijo:
“Seguidme por la senda de una oración incesante, que se haga coloquio de amor, de confianza y de filial abandono al plan de Salvación del Señor nuestro Dios. Este abandono me llevaba sobre la onda de una gozosa experiencia de la presencia de mi Hijo, a quien sentía ya de una manera muy viva, porque había llegado el momento de su nacimiento en el tiempo.
Mi camino hacia Belén se convertía en un inclinarme, dulce y materno, a su divino deseo de llegar a vivir entre nosotros como hermano. Y hablaba con Él en un coloquio hecho de silencios y escuchas, de contemplación y amor, de adoración y de espera.
De este modo mi incesante oración iba llenando el largo camino hasta llegar a la hospitalaria gruta”
Nuestra Madre nos dice: “Seguidme”: Por tanto, no podemos negarnos a esta clara y explícita invitación.
En estos Mensajes, tenemos prácticamente todos los elementos para formar esta oración de contemplación.
Como Maria nos dice justamente, es una oración “incesante”, una oración de abandono al querer de Dios, de confianza, de un gran deseo de Cristo, de amor, de silencio, de escucha y de adoración; es una gozosa y dulce oración.
La Madre Bendita nos esta diciendo que la Contemplación es para todos, así que nosotros los “sacerdotes” deberíamos enseñar esta oración a los fieles.
En estas dos conferencias, yo seguiré la línea de un curso de “Contemplación” dada por el bien conocido autor Fr. Thomas Dubai, porque quiero demostrar una vez más que los mensajes de nuestra Madre Bendita, “A los sacerdotes predilectos de mi Corazón Inmaculado” vienen realmente de Dios, el Magisterio y la vida de los Santos.
También tengo añadido las citas del Papa Benedicto XVI y Juan Pablo II.
El Vaticano II habla de la Contemplación 80 veces.
El documento sobre la liturgia dice que los sacerdotes “deberían orar sin cesar”, y en la cita del Salmo 25: “Mis ojos están siempre fijos en el Señor”.
El Papa Benedicto 16º dice: Después de la “lectio divina” la cuál constituye un real y verdadero viaje espiritual marcado en jornadas,…. procedemos a la “meditación”.
Este es un momento de interior reflexión en el cuál el alma se vuelve a Dios y trata de comprender que su Palabra la esta diciendo para nosotros hoy.
Luego viene la oración, en la que nosotros vamos despacio a hablar con Dios directamente. Finalmente, vamos a la contemplación. Esto nos ayuda a mantener nuestros corazones atentos a la Presencia de Cristo, cuya Palabra es una lámpara encendida en un lugar oscuro.(2º P 1:9)
El Canon 663 dice: “ El primer y principal deber de todos los religiosos es de contemplar todas las cosas divinas y la constante unión con Dios en la oración”. Como hemos oído a nuestro Papa, que es desde la Sagrada Escritura, que comprenderemos que la Contemplación es para todos, no sólo para los religiosos.
La Sagrada Escritura y la Contemplación
Nuestra Señora nos guía hacia la fuente misma de la oración: La Sagrada Escritura
“Sea el vuestro un silencio interior, que os conduzca a escuchar con amor y con fe, la sola Palabra de Dios. El Evangelio de Jesús sea la única Palabra de vida que busquéis, que recibáis, que améis y viváis.
Sea el vuestro, aquel silencio interior que os conduzca a la contemplación y a la oración.
Que sea más intensa vuestra oración, que sea una verdadera plegaria del corazón, que vosotros hacéis Conmigo y por medio de Mí. (1/5/1993).
Deberíamos notar que Nuestra Madre Bendita nos dice que es una oración “hecha Conmigo y por medio de Mí”.
Sabemos cuántas veces Juan Pablo 11 y Benedicto XVI han hablado y escrito de esto.
Citamos algunas líneas de la carta Rosarium Virginis Mariae:
La Contemplación de Cristo tiene un modelo incomparable en Maria….Maria vive con los ojos fijos en Cristo, atesorando cada palabra…Maria pone delante de los fieles los misterios de su Hijo, con el deseo que la Contemplación de aquellos misterios dejará todo su poder salvador. (Rosarium Virginis Mariae, 11).
De acuerdo a la Sagrada Escritura, la cosa más importante es nuestra unión con Dios:
“ Se te ha hecho saber, hombre, lo que es bueno; lo que Yahvé quiere de ti: tan sólo respetar el derecho, amar la lealtad y proceder humildemente con tu Dios”. (Mi 6,8) Proceder humildemente con tu Dios, significa, a vivir en una continua contemplación, con los ojos de tu alma, siempre fijos en Dios.
Desde que estamos consagrados al Corazón Inmaculado de Maria, este proceder está hecho con Ella, “Yo misma tomaré tu mano…Contigo yo soy una Madre que está enseñando a su criatura a dar sus primeros pasos”.
Sal 27: 4 dice :“Una cosa yo pido al Señor, es lo que ando buscando: morar en la casa de Yavhé todos los días de mí vida”. La casa del Señor es Maria, y para nosotros es su Corazón.
Cuando imitamos a San Juan y “la acogemos en nuestra casa, nuestra casa se convierte en el Templo del Señor. A este respecto, Benedicto XVI dice:
La expresión “accepit eam in sua” es singularmente firme. Indica la decisión de Juan de que Maria comparta su propia vida, abre su corazón a Maria y es realmente aceptado por Ella.
2) Escenas de la contemplación: En el siguiente mensaje Maria nos dice como Jesús ama de recogerse en oración; de estar sólo y gozar de la vista hermosa alrededor de Él.
“Todo se ha hecho como voz para la gran oración de mi Hijo Jesús, para su ardiente sed de soledad, y su natural deseo de vivir en compañía con el Padre”. (24/ 7/ 1975)
Jesús, nuestro Maestro, fue a orar, solo: “De madrugada, cuando todavía estaba oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración”.(Mc 1,35).
El quería estar sólo y poder estar recogido en oración con su Padre. Hay muchos pasajes como éste en las cuatro partes del Catecismo de la Iglesia Católica. Vamos a añadir sólo una: “Tú , en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí , en lo secreto, y tu Padre , que ve en lo secreto, te recompensará”. (Mt 6,6).
En otras palabras, hay momentos cuando, como Jesús, debemos encontrarnos solos, con el Padre, y en silencio, sabiendo que Él está esperando por nosotros y que nos ama. En nuestra oración contemplativa, revivimos a Jesús, en soledad y oración. Para poder orar bien debemos aprender de Él, y como debemos elegir el lugar donde deberíamos orar.
- El Evangelio habla más de una vez, de la oración contemplativa de Maria: “Como Maria, que guardaba todas estas cosas en su corazón”. (Lc 2,19).
- Como Maria de Magdala: “Ella se sentaba a los pies de su Señor y escuchaba su doctrina cuando Él hablaba. (Lc 10, 39
- Los Apóstoles con Maria en el cenáculo: “Estaban juntos y eran constantes en la oración. Había algunas mujeres en el grupo, y Maria la Madre de Jesús”.(Hech 1,14).
3) Nuestra comunión con el Padre tiene que crecer en profundidad, si queremos alcanzar la razón de nuestra existencia: “Sólo en Dios descansa mi alma”.(Sal 62,1).
Oh, Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi carne tiene ansia de ti, mi alma está sedienta de ti, como tierra reseca agostada sin agua. (Sal 63,1). “Mira a tu Señor y quedarás radiante de gozo”. (Sal 34,6).
4)La Contemplación en la tierra, va en la oscuridad, sólo con la fe: es difícil y árida. Parece que no has hecho nada, pero es sólo en el Cielo, que la oración será plena y feliz. “Queridos, ahora somos hijos de Dios t aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es. (1J 3,2). San Pablo dice: Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios tiene preparado para los que lo aman. (Cor 2, 9). La Contemplación, ( como en una visión beatífica) será sólo perfecta en el Cielo. Benedicto XVI dice:
“Cuando uno tiene la gracia de vivir una experiencia fuerte de Dios, es como vivir una experiencia similar a aquélla que los discípulos vivieron en la Transfiguración; un gozo momentáneo que constituye la felicidad del Paraíso. Esto son comúnmente, experiencias cortas que son dadas por Dios, especialmente cuando tenemos mucha dificultad en la vida, Dios nos da consuelos. Sin embargo, nadie esta permitido vivir en el” Tabor”, permanentemente, mientras vivimos en la tierra. De todos modos la existencia humana es un viaje de fe y se mueve más en las sombras que en plena luz, y no es extraño momentos de oscuridad, de completa oscuridad.
Mientras estamos en esta tierra, nuestras relaciones con Dios, son más de escucha , que de visión, y la misma contemplación se efectúa, al hablar, con los ojos cerrados, gracias a la luz interior, que enciende en nosotros, la Palabra de Dios”. (Ángelus 12/3/06).
Enseñanza de Nuestra Madre Bendita y de los Santos
Nuestra Madre, está ejercitándonos en hacer la mejor forma de Contemplación.
Si la Contemplación es la más alta forma de oración, la Contemplación de Jesús en la Eucaristía, con Maria a nuestro lado, es la más alta forma de Contemplación. En realidad, nosotros experimentamos como Jesús está cerca nuestro, juntos físicamente y místicamente:
“Habituaos a hacerlo todo Conmigo: Cuando os levantáis, oráis… estaréis siempre inmersosen una paz inalterable y os llevaré a la cima más alta de la quietud interior y de la contemplación.
Os conduzco también a una habitual intimidad de vida, de adoración, de acción de gracias y de reparación a Jesús Presente en la Eucaristía. Con el ímpetu de la fe que os ilumina, con la llama del amor que os consume, con la fuerza de amantes sinceros, de centinelas vigilantes, debéis ir más allá de las apariencias, para experimentar en el alma la Presencia de Jesús en la Eucaristía”. (31/3/1988)
Este pasaje es un pequeño tratado de oración para la Contemplación. Deberíamos estar muy agradecidos a Nuestra Madre, por estos mensajes que trazan un luminoso camino para nuestro viaje hacia la montaña de Dios. Tenemos una hermosa confirmación de Benedicto XVI:
“Hoy estoy pensando particularmente en los sacerdotes, en orden de acentuar que el secreto de su santificación está precisamente en la Eucaristía….Lo primero y principal en un sacerdote debe ser, adorar a quien contempla en la Eucaristía, desde el primer momento que el comienza a celebrarla”. (Ángelus 18/9/2005).
2) De Santa Teresa de Ávila en la Contemplación:
-La oración mental es compartir intimidad como amigos, con el que sabemos que nos ama.
– Estar solos con Dios, que es el Supremo.
-Algunas veces, sientes la Presencia de que Él está allí; algunas veces es muy delicado, otras, en cambio, es muy fuerte.
-( Notas que no es la conclusión de algo que hayas leído: Él mismo te hace saber de su Presencia, por lo que Él hace).
– En la fe y ese amor grande, tiernamente lo experimentamos.
– Crece desde un comienzo delicado, a un profundo recogimiento en Dios.
– Este delicado y amante despertar en Él, se vuelve en una profunda concentración.
– Dios me enseña a mí, todo en un momento.
3) De San Juan de la Cruz (la noche oscura del alma)
– La Contemplación es una deliciosa vida de amor con Dios.
– Un secreto, lleno de paz, y el flujo del amor de Dios
– Una sed de amor de Dios… Una oculta vida espiritual divina.
– El fuego y la llaga de este amor ardiente.
– La calma y el reposo en la quietud interior.
– Una paz ininteligible .(es percibido, ninguna sensación, y crece).
En Contemplación tu sientes la Divina Omnipresencia
“Dios está en su templo Sagrado: debemos dejar que la tierra entera esté en silencio ante Él”. (Hb 2,20). “Si, Yahvé, tu rostro busco”.(Sal 27,8).
Sin embargo, al mismo tiempo es un encuentro con el Dios escondido: es “una escucha de la Palabra en silencio”. Isaías dice: “De cierto que tu eres un Dios oculto”.(45,15).
Comprendemos que es Él , porque Él es la luz de nuestros pasos y la Paz de nuestra alma. Nuestra Madre Bendita es una gran Maestra en esto; Ella nos trae ante el Santísimo Sacramento:
“Jesús está realmente presente en la Eucaristía, porque quiere entrar en una continua comunión de vida con vosotros. Cuando vais delante de Él , os ve; cuando le habláis os escucha, cuando le confiáis algo, acoge en su Corazón cada una de vuestras palabras, cuando le pedís algo, siempre os atiende.
Id ante el Tabernáculo para establecer con Jesús una relación de vida simple y cotidiana”. (21/8/1987).
Esta es oración del corazón, oración de contemplación: Dios mismo da la luz a mi alma, y me hace comprender que Él está presente y me ama. Tomo cuenta de esto, imitando a la Madre Bendita quien, guardando todo en su Corazón, tuvo una oración de adoración, de acción de gracias, de paz, de silencio, y de abandono. Solo esto es verdadera oración. San Juan de la Cruz dice: “Mucha gente reza intensamente, y no saben que están rezando. Otros rezan intensamente, pero su oración no existe”. Si sabemos leer los mensajes de Nuestra Madre Bendita, no haremos nunca ese error. Ahora comprendo porque Don Stéfano siempre insiste que el libro de los mensajes debe ser tomado en toda su integridad. Desafortunadamente, mucha gente ha dado más énfasis en los mensajes apocalípticos, no dando importancia a los más importantes que son los de la vida espiritual. Nuestra Madre Bendita está completando con su enseñanza, nuestra vocación de seguidores de Cristo.
Contemplación es una experiencia de la Trinidad Viviente
1) Es una espera y sed de Dios. “Como anhela la cierva los arroyos, así te anhela mi ser, Dios mío”.(Sal 42,1). Esto pasa especialmente, cuando no sentimos a Dios cerca, cuando rezamos. Sin embargo, aunque el deseo y la sed que tenemos por Dios, es asimismo oración de Contemplación. En todo caso, deseo y sed de Dios son regalos de Él; Están causados por los arroyos que están cerca de nosotros, aún sin poder verlo. Como una cierva que siente cerca el arroyo, aún cuando ella no pueda verlo, todavía.
2) Con la Contemplación comenzamos a amar a Dios con nuestro corazón, con toda nuestra mente, y con toda nuestra alma. Aquí también necesitamos caminar con Nuestra Madre:
“Mi Corazón Inmaculado es el lugar donde siempre tu Madre te irá formando en un mayor y más puro amor a Dios”.
“El Espíritu del Padre y del Hijo te impulsa a una gran sed de perfecto amor, y así tu alma espontáneamente se orienta a buscar el Corazón de la Madre. Yo, hijo, te enseñaré a amar cada vez más a Dios y a tu prójimo, daré a tu corazón mi misma capacidad de amor”. (13/1/1977).
La Contemplación nos ayuda a adquirir la razón de nuestra existencia: a conocer, a amar, a servir a Dios en la tierra y un día a estar con Él un día en el Cielo. Por esta razón, la contemplación es esencial y toda nuestra vida está engranada hacia la contemplación, de estar inmersos en Dios.
El Vaticano II dice: La acción de la Iglesia está dirigida y subordinada a la contemplación. Una persona de oración es una persona que escucha y meditando da respuesta a esta cuestión: ¿Qué estoy haciendo en esta vida? Dios nos llama a una comunión profunda con Él.
En las escrituras Dios nunca opera en términos de fracciones, Él nos llama siempre a llenarnos de amor y a madurarnos. Cuando le preguntaron al Señor, ¿Cuál es el principal mandamiento? Su contestación fue esta:
“Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, y con todas tus fuerzas”.
La oración contemplativa requiere que estemos libres de ataduras, con un corazón no dividido, no tratando de servir a Dios y al diablo.
“Lo que cayó entre abrojos son los que han oído, pero las preocupaciones, las riquezas, y los placeres de la vida, los van sofocando y no llegan a madurar”. (Lc 8,14).
Hay también otros obstáculos que hay que eliminar, si queremos que nuestra contemplación sea eficaz: cuando no aceptamos la voluntad de Dios en nuestra vida, y cuando no tenemos paz con nuestro prójimo. La gente que está realmente enamorada de Dios renuncia a todas las cosas que desagraden al Amado. “Os digo que toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del juicio”. (Mt 12,36).
Casi cada mensaje de Nuestra Madre Bendita insiste en esto. Tanto, que en el comienzo yo diría que se repite. Desde luego, nuestra verdadera vocación es la unión con Dios (en contemplación) aquí en la tierra, y después de nuestra muerte, la visión beatífica. Por eso, Ella tiene que insistir diciéndonos una y otra vez, que evitar y que hacer:
Por ejemplo, para la última noche del año, Maria siempre nos dice que evitar y que hacer:
“No paséis estas horas en el estrépito y en la disipación, sino en silencio, en el recogimiento, en la contemplación”.(31/12/1992).
3) La oración de Contemplación es un lento y gentil proceso de transformación dentro del mismo Dios.
“Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más glorioso: así es como actúa el Señor, que es Espíritu”. (2 Cor 3,18).
Como consecuencia , esto influenciará toda nuestra vida de oración, ( La Santa Misa, la Liturgia de las Horas, el Rosario, etc. El resultado de la Contemplación es sentir que el Señor está siempre cerca de ti. La Madre Bendita nos lleva de la mano y nos guía a la contemplación de Jesús en la Eucaristía, así nuestra alma será transformada por Él poco a poco:
la principal de las divinizaciones de la creación misma…Cuando en oración, nosotros miramos a la Hostia consagrada, el signo de la creación nos habla.
Y como, nosotros encontramos el más grande de sus regalos..
A través de clavar la mirada en adoración, Él nos lleva hacia Él mismo, dentro de Su Misterio, a través del cual quiere transformarnos como Él transforma la Hostia.